Crimen a bordo del SS Orient by C. A. Larmer

Crimen a bordo del SS Orient by C. A. Larmer

autor:C. A. Larmer [Larmer, C. A.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2024-04-27T00:00:00+00:00


7

Alicia deseó no haber devorado la cena tan rápido. Además, su intuición le había fallado y el camarero impertinente no estaba trabajando en la sala de fumadores, como comprobó al llegar allí después de cenar. Se le cayó el alma a los pies cuando vislumbró entre la humareda la barra profusamente decorada que había en un extremo y comprobó que solo había un camarero y no era el que tenía acento australiano.

Examinó la sala. Era muy raro que un crucero moderno tuviera una sala para ese propósito, ya que fumar era una especie de tabú en la actualidad, pero se trataba de una réplica del barco de vapor original después de todo, y supuso que en el momento de esplendor del SS Orient esa sala estaría siempre llena de gente. Evidentemente, pensó sonriendo mientras contemplaba el lugar, entonces sería de uso privado de los caballeros de primera clase y allí jugarían a las cartas mientras les daban caladas a sus puros. Sin embargo, aquella noche había una mezcla más equilibrada de hombres y mujeres, de primera y de clase turista, todos igualmente desesperados por conseguir su dosis de nicotina antes de regresar con sus amigos al bar principal. Ella estaba a punto de hacer lo mismo cuando distinguió una silueta familiar.

De repente se sintió más animada.

Sentada en una mesita pequeña en el centro de la sala, completamente sola, estaba Anita Monage, con una copa de vino tinto en una mano y su «dosis» en la otra. Alicia pidió angostura con limón y lima y fue a reunirse con ella. Cuando le preguntó si podía sentarse, a la otra mujer no le llamó la atención que no tuviera un cigarrillo en la mano.

Las dos se quedaron unos minutos en silencio, bebiendo de sus copas. Alicia se tomó su tiempo para estudiar a la mejor amiga de Corrie. Era una criatura extraña: delgadísima, casi hasta parecer anoréxica, con un pelo castaño con reflejos más claros que le caía sobre la cara como una cortina y le afilaba aún más el rostro. No llevaba apenas maquillaje y volvía a vestir de negro riguroso. No era ni mucho menos el tipo de mujer que alguien se imaginaría manteniendo una amistad con una persona tan sociable y llena de vida como Corrie. En aquella ocasión también bebía vino como si fuese agua y se preguntó si las dos mujeres se habrían conocido gracias a su mutuo amor por la bebida.

Pero Anita se lo aclaró un momento después.

—Conozco a Corrie desde que las dos teníamos once años —dijo, como si eso lo explicara todo.

Alicia pensó que tal vez así fuera. Mucha gente mantenía amistades solo porque estaban ahí desde hacía mucho tiempo o por mera costumbre.

—Podía ser la amiga más generosa del mundo —continuó. De repente parecía que tenía muchas ganas de hablar—. Se habría quitado la camisa para dártela si te hiciera falta. —Entornó los ojos—. Pero después te pediría la falda, los zapatos y el bolso como compensación.

—¿Ibas con ella de crucero a menudo?

—Solo lo había hecho una vez antes de este.



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